La primera impresión es la que cuenta. En las eliminatorias pasadas, la imagen que dejó el Perú no fue nada buena. Es por eso que lo que más me gusta y llama la atención del partido, es la actitud inicial de Paraguay.
Aquella actitud de sus primeros minutos, ese ir a buscar el partido en nuestro campo; aquel decir, de que no nos creían nada de lo que habíamos hecho en la Copa América, que aquello tenía todos los elementos de haber sido un bluff, y que en tal caso, las eliminatorias son una cosa totalmente distinta.
Los tiempos son los que son distintos. Es como si ambos equipos habrían compartido, el grado anterior del colegio, y también éste. Es como si en el anterior grado, habríamos sido el punto débil del salón (y lo fuimos), y el bacán del año pasado nos quisiera hacer pasar nuevamente las de Caín. Se siente bien no permitirle eso. Se siente bien, el decirle que ya no somos el cretino del salón. Que ha pasado todo un grado y que las cosas han cambiado.
Es por eso la importancia del primer partido. Esa importancia de comenzar exactamente con el mismo rival de la anterior eliminatoria; en el mismo lugar.
Son casi los mismos jugadores, pero el equipo ha cambiado. Más que un diseño táctico novedoso o una gran estrategia de Markarián (que las tiene), es la actitud la que ha cambiado. Esa actitud de afrontar el primer partido como si fuera la última oportunidad. Y para muchos es la última oportunidad.
Pizarro tiene los mismos errores de definición de siempre, pero esta vez, sí merece llevar la cinta de capitán. Lo demuestra al liderar el ataque o acompañar el mismo innumerables veces.
¿Innumerables veces? Sí, Paraguay se va resintiendo conforme pasan los minutos y es el equipo peruano el que empieza a adelantar sus filas.
La primera ocasión de peligro llega recién a los treinta del primer tiempo. Un disparo de Guerrero que el arquero paraguayo se esfuerza por controlar. Para llegar hasta este disparo, el Perú ha tenido que bregar mucho en el mediocampo.
Cruzado ha ido venciendo de a pocos las batallas que ha tenido que pelear, las suficientes, para permitir a los hombres de ataque ocupar puestos de avanzada cerca al área de los guaraníes.
Los ataques, suceden uno tras otro, después del camino mostrado por Guerrero. Pizarro, Vargas y el mismo Paolo, fallan en la definición. Pero ya están cerca, y tanto, que al regresar del descanso, en un contraataque de Perú, Farfán cede a Paolo, y aquel se deshace del arquero, para definir fríamente ante una valla desguarnecida.
Uno a cero.
El Perú no retrocede sus filas. Aquí es importante la nueva actitud. El sentirse locales ante su propio público.
Se siguen perdiendo ocasiones. Pizarro y Vargas no pueden vulnerar el último obstáculo antes de las redes. El que no falla es Guerrero.
El gol llega luego de una gran jugada colectiva, que comienza con un taco de Farfán y una subida de Pizarro hasta la línea del fondo para sacar un centro al medio del área hasta Paolo. Aquel fusila el arco defendido por el arquero y un defensa. Con un mismo disparo mata a dos pájaros. Desaparece a once jugadores rivales.
Es el minuto 73. Y Perú no ceja en su afán de demostrarle al Paraguay de hoy, y al resto de rivales, que la Copa América no fue un espejismo. Así continúa su avance contra la valla de Barreto. Se siguen fallando chances, pero el que no falla con su actitud es Perú. Se siguen perdiendo oportunidades, pero el que pierde el partido es el otro.
Dos a cero en el Nacional de Lima. La primera impresión es la que cuenta y Perú va a luchar toda la eliminatoria para mantener aquella impresión. Solo así se llegará al Mundial.
Son dos años largos; los suficientes para pasar de grado siendo el bacán del salón. Depende de ellos mantener la cabeza arriba entonces. Como siempre ha debido ser, como no ha sido hasta hoy, y como recién se están dando cuenta de hacerlo así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario