martes, 11 de octubre de 2011

Solo un partido

No, los bolivianos no son las peores personas del mundo. Ni son tampoco los que peor juegan este bendito deporte del fútbol. No.
Debemos comenzar a decir esto, de forma fuerte y clara. Decir esto, una y otra vez, hasta que se entienda que el fracaso en el partido de hoy es enteramente nuestro y no es posible de compartir.

No es posible compartir ninguno de los cuatro goles que la selección chilena nos encaja durante el partido con el árbitro boliviano. Pues ninguno de esos goles es erróneo, tramposo o dudoso. Ninguno es injusto o en offside.
Esos primeros veinte minutos del partido son francamente malos. Malísimos por parte de la selección peruana.
Esos largos veinte minutos, son tal vez la peor expresión futbolística de la era Markarián. Bah, seamos claros, de seguro son lo peor que se ha visto con el uruguayo estando al frente de la selección.
Perú confundido, naufraga en el césped del Estadio del Colo Colo. Y decir aquello no es exagerar. Porque el campo de juego es mojado (casi inundado) por ordenes de Borghi para hacerlo más rápido. Y esa rapidez, confunde y hunde a los peruanos en jugadas trágicas.
Entonces, esos primeros veinte minutos son culpa y responsabilidad de la selección peruana y de sus jugadores. Los restantes setenta, son un gran partido jugado por ambos rivales y casi arruinado por el árbitro boliviano.

Bah, seamos claros…de nuevo. El partido épico que pudo ser, es arruinado por el boliviano. Un partido épico que se vislumbraba por parte de ambas escuadras. Heroico, si cabe el término para jugadores que no son amateurs y ganan millones en sus clubes. Sí, heroico. Heroico entonces.
Ese partido que alabo y que pudo ser, ya no será. Y eso es injusto desde todo punto de vista. Injusto para la historia gloriosa que estuvo a punto de ser escrita y que ahora tendrá que esperar. Sí, esperar, uno o dos años, o tal vez más.
Nos quedamos con un muy buen partido y solo eso. El clásico venido a menos desde hace mucho tiempo, tuvo la oportunidad de entregar un partido de leyenda. Y no lo hizo.
Todo estaba listo para ello. El inicio trágico de un equipo y su posterior reacción, quedaron truncas por culpa del árbitro boliviano. Esos penales no cobrados habrían aumentado el accionar de los peruanos. Y también la posterior reacción de los chilenos. Ellos jugaban en su tierra, no se habrían quedado nunca con los brazos cruzados ante la respuesta peruana.

Un partido termina con un cuatro a dos. Pero pudo ser un cuatro a cuatro, o un cinco a cinco. O tal vez con el triunfo de alguno de los rivales por la diferencia de un tanto. Pero por la diferencia de uno entre números grandes. Entre números muy grandes para el fútbol actual. Para el fútbol de siempre. Para un devenido a menos, Clásico del Pacífico.
Todo eso que supongo y se me da por creer, es lo que nos quita el árbitro boliviano. Todo eso y más, es lo que quisieron entregar los equipos al hacer de ida y vuelta el partido y que la terna termina por desperdiciar. El juez y sus asistentes de línea, no solo nos roban un partido en Santiago. No. Allí nos roban todo el fútbol.

No son muchos los partidos memorables que veremos durante nuestra vida futbolera. Tal vez uno o dos por año, tal vez ni uno solo. El que nos quiten uno en la puerta del horno, es de veras trágico.
Un partido de selecciones. Un partido entre viejos enemigos, entre rivales. Un clásico. Todo eso nos quita la terna boliviana de hoy.

Y no, los bolivianos no son las peores personas del mundo. Ni son los que peor juegan este bendito deporte, pero sin lugar a dudas (y que eso quede claro), son los que peor lo arbitran. Hoy lo volvieron a demostrar.


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